jueves, 24 de octubre de 2013

Reporte sobre la discriminación en México



En México, la insatisfacción con la democracia tiene distintos orígenes, y sin embargo, uno se coloca como principal: el origen de la pluralidad ha sido eficaz a la hora de acortar desigualdades y confrontar los privilegios. Un segmento amplio de mexicanas y mexicanos se percibe tratado injustamente y con asimetría a la autoridad, la ley y las demás personas. No importa el campo de interacción social que se aborde, la educación, la salud, la justicia, el mundo de trabajo, la libertad, una y otra vez nos topamos con un cierre social construido explícitamente para asegurar la exclusión.

Sin embargo, la asimetría en el ingreso no es la única relevante. Actúa junto con ella su hermana siamesa: la desigualdad de trato. Desde el resorte cultural y el de las instituciones, se fabrican estigmas, marcadores y prejuicios sociales, disponibles para que grupos abultados de personas sean aportados de los derechos las libertades y beneficios obtenidos por el esfuerzo común.

La desigualdad de trato y la discriminación son sinónimos: se está enfrente actos discriminatorios cuando los mejores empleos del país incluyen a las mujeres y a los jóvenes; cuando 4 de cada 10 indígenas mexicanos no tienen acceso a la salud; cuando 9.9 de cada 10 trabajadoras del hogar no cuentan con ninguna prestación formal; cuando 7 millones de personas no poseen acta de nacimiento: cuando 8 de cada 10 habitantes no tienen acceso al sistema bancario convencional; cuando la desnutrición prevalece en las comunidades menores a los 15 mil habitantes; cuando 7 de cada 10 estudiantes de 15 años están reprobados en matemáticas, escritura y ciencia; cuando las cárceles están pobladas entre jóvenes entre 18 y 30 años, de escasos recursos y bajos niveles de educación, cuando la concentración de los medios electrónicos de comunicación hacen que solo algunos expresen su libertad de expresión.

El cierre social coloca de un lado a las mujeres y del otro a los hombres, comparan la ascendencia indígena con la europea, a los jóvenes contra los adultos, a los heterosexuales con los homosexuales, a los que practican una religión mayoritaria con lo que tienen una fe distinta; distancia a partir de la clase social, la apariencia física, el lugar de nacimiento, el color de piel y un largo etc.
En México ni las instituciones ni el derecho han sido capases de hacer estallar este cierre social. La nuestra sigue siendo una sociedad fuertemente discriminatoria; nos alejan en todo de la democracia las barreras de entrada que confirman el nepotismo y los privilegios como fuente principal de las oportunidades.

Con el ánimo de colocar este tema en el centro de la futura agenda pública mexicana, a instancias de Ricardo Busio Mujica, presidente de conapred, durante el último año y medio del cide y tal organismo se dieron a la tarea de elaborar el reporte sobre la discriminación 2012.

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